Cuando la tarde es silencio
y el silencio es soledad,
Cristo agoniza en la intensidad
de un viernes húmedo y frío.
Llorando están los claveles
y llorando la Madre de Dios,
lloran los álamos del camino
y llora hasta el mismo dolor.
Lloran las piedras del camino
y llorando, lloramos los dos,
porque Cristo muere en la cruz
y mi alma muere de dolor.
Cuando la tarde es silencio
y el silencio es dolor,
Cristo extiende su mano
para darnos fuerza y amor.
No me sueltes de tu mano
ni me apartes de tu camino,
que si la muerte es mi destino
mi destino es morir por Vos.
Miguel de la Torre Padilla
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