Sobre una estrecha cancela
donde más se estrecha la calle,
para no perderse detalle,
temblando como llama de candela.
De lejos, ella, lo ve como viene,
sobre suelo de rojo clavel sembrado,
pecho sufriendo, a un latido agarrado
esperando el momento más solemne.
Mas la claridad de repente despierta
cuando su voz se posa sobre su cruz,
quedando el silencio, para la saeta.
Alza tu voz, como rayo de luz,
Rosario, hija del “Abuelo Jesús”,
saetera de mi pueblo Andaluz.
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