Cuando la tarde oscurece
y todo queda en silencio,
sopla una suave brisa
ante el pilar del Arrabalejo.
El viento lo viste de primavera,
y la luna se mira en su relente,
donde dos brazos llenan la fuente,
de agua clara y trasparente.
Y una niña se posa sonriente
en su fría piedra centenaria,
donde el reflejo claro y cristalino,
colmando su alma de esperanza.
En su corriente el agua se lleva
el reflejo de la luna y el sol,
y sola se queda la pétrea,
en su fuente de dicha y amor.
Y la noche le trae esplendor
bajo un silencio inseparable
que hace su fondo interminable
donde el pilar esconde su pasado.
Precioso poema, me alegra volver a verte por aquí pues hacía tiempo que no actualizabas.Saludos
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