Bendita sea la cruz
que altanera se alza,
y al castillo lo realza
en esta ciudad de radiante
luz.
Y Jaén rendido y postrado,
a los pies de su hermoso
castillo,
sol, Luna, plata y brillo
de esta tierra, noble y leal.
Y orgullosa la Catedral se
planta
ante la mirada aceitunada,
de mar de verde olivar
que la hace bella y señorial.
Y tú, mi sufrido Jaén,
el que venera al “Abuelo”,
el que clama y pide al cielo,
con palabras de hondo
consuelo.
Y por tus calles pasea la
sonrisa
de la mujer que hermosa
camina,
ante los rayos y radiante luz
y la brisa llegada de
Jabalcuz.
Orgullosa platea la luna,
y orgulloso llega el amanecer,
que entre nubes llega el
atardecer.
Que hace a Jaén resplandecer.
Miguel de la Torre Padilla
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