La escuela en la que estudiemos mi generación era muy diferente a la que conocemos hoy en día, en los años 60, la escuela empezaba el lunes y terminaba el sábado al mediodía. A media mañana, durante el recreo, nos deba a los alumnos un botellín de leche, al principio era en polvo. La edad de los alumnos de una misma clase no era la misma, dado a la gran cantidad de suspensos que había en aquellos tiempos donde la mayoría de los niños hacíamos la rabona por miedo al profesor y su castigo, y cuando terminábamos primaria, nos poníamos a trabajar, otros ni siquiera terminaban los estudios primarios.
El edificio que albergaba a la escuela pública carecía de muchas de las comodidades que los niños tenemos en los colegios actuales. Faltaba casi todo tipo de material didáctico y en muchos casos el maestro no tenía la preparación adecuada. Con estos condicionantes, los alumnos salíamos de la escuela con una preparación muy básica, siendo muy pocos los que podían aspirar a estudios universitarios.
Las clases tenían
pupitres dobles, y una gran pizarra que ocupaba parte de la perez, un
crucifijo, un mapa de España y una foto del caudillo Francisco Franco y otra de
José Antonio Primo de Rivera.
En mi estancia en el colegio las clases nunca fueron mixtas y los niños y las niñas no nos veíamos ni en el patio ya que ellas tenían uno y nosotros otro. Como único libro de texto tenía la Enciclopedia Álvarez que, con sus distintos tomos, nos educó a millones de niños. Las asignaturas impartidas eran muy parecidas a las de hoy en día, pero se le daba especial importancia a las Matemáticas y a la Religión.
En aquellos años de mi infancia existían varios colegios
en la Magdalena, pero eran tres los que albergaban a la mayoría de los niños
del barrio algunas niñas acudían a otro pequeño colegio que existía en el patio
la Iglesia, los demás niños nos repartíamos entre La Miga de piedra, Mariano
Velasco, y Ruiz Giménez, también existía otro de preescolar, El Hospitalico, en
la calle del mismo nombre.
En ambos colegios, antes de comenzar las clases, se
cantaba el “cara al sol”, se rezaba una oración; después, comenzaban las
clases, con el mismo profesor, también eran habituales los castigos, tuvimos un
profesor que castigaba poniéndonos una peseta en la nariz y sujetarla contra la
pared y las manos a las espaldas, para escribir, utilizábamos, una pequeña
pizarra con su correspondiente pizarrín, después pasemos a la pluma y a finales
de los 60 los bolígrafos BIC.
La religión tenía una gran importancia: era obligatorio
tomar la comunión e ir todos los domingos por la mañana a misa. Para comprobar
si habías ido, te preguntaban por el color que usaba el cura en la misa.
También existía el cuadro de honor donde los celebros de
cada clase estaban bien posicionados en una foto que cambiaban todos los meses.
Mi colegio era de lunes a sábado por la rarde,salíamos a comer a casa y regresábamos, no se cantaba el cara al sol pero a las 7 y media de la tarde se rezaba el rosario y luego ya para casa o sea que pasábamos casi el día entero en el cole y no nos dejaban llebar merienda, tampoco nos daban leche ni nos preguntaban si íbamos o no a misa aunque siempre íbamos con nuestros padres. Te hablo de la década de los 50-60 en una ciudad de Aragón y el colegio era de monjas.Saludos
ResponderEliminarUn saludo desde Jaén
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