Ecos del Santo Reino se crea con la única intención de darme a conocer, solo pretendo poner una pincelada más al patrimonio literario de mi querida tierra Jienense.
Las imágenes que uso en este blog son tomadas de Google, en caso de que alguien se sienta invadido por favor hágamelo saber que serán retiradas de inmediato.




martes, 5 de septiembre de 2017

El accidente


La distancia entre su trabajo y su casa era escasamente unos cinco kilómetros que habitualmente los hacía con una vieja bicicleta que le regaló un amigo que retornó a sus Asturias querida, el asturiano y el andaluz son personas que añoran mucho su tierra.
A principios del año 1963, un conductor de origen yugoslavo giró bruscamente hacia la derecha llevándose por delante y dejando maltrecho a un ciclista oriundo de Jaén.
Los hechos acaecieron en Essen, una ciudad Alemana repleta de emigrantes de diferentes culturas procedentes de varios países europeos donde predominaban los españoles, turcos, y yugoslavos.
En aquellos tiempos la ciudad vivía del carbón, por lo cual su mayor fuente de ingreso era la minería, necesitando mucha mano de obra y allí se fue mi padre y un grupo grandísimo de jienenses y allí al tiempo se llevó mi padre a su familia. La ciudad de Essen estaba y está bañada por el caudaloso río Rin que al ser yo un niño lo comparaba con el mar.
Supongo que el golpe debió ser tremendo, por el estado en que quedó la bicicleta, la luna del coche y mi padre, que según contaba le chorreaba la sangre por la cara, se levantó del suelo, miró hacia atrás y vio el desastre, el conductor no hizo ni el gesto de bajarse.
Las manos le ardían, las rodillas le escocían como si le hubiese salpicado aceite hirviendo. En su garganta atenazado, había un grito que el conscientemente se había negado a liberar. Lo que más le dolió fue el estado de la vieja bicicleta, el único medio que tenia de ir al trabajo, su vida había sufrido un varapalo, se dio la vuelta, miró su bicicleta que hasta hace un rato estaba nueva, y descubrió el ocho en que quedó, el guardabarros fuera de la rueda, el manillar torcido, el sillín partido, la cadena fuera, el faro echo mistos y uno de los pedales perdido, se sacudió el polvo del que se había llenado toda su ropa descubrió los rotos en los pantalones, sangre en la palma de las manos y magulladuras que en el primer momento no había notado. Las lágrimas habían dejado en sus mejillas curtidas un sendero con un churrete que le llegaba hasta la barbilla, la sangre de sus manos había manchado su camiseta, mientras él pensaba que estaba herido gravemente y su familia no sabía nada. Contaba mi padre que el yugoslavo se bajó muy lentamente del coche, ni tan siquiera lo miró ni preguntó, se echó manos a la cabeza y gritó haciendo gestos de culpabilidad hacia mi padre, todo esto ocurrió a dos minutos andando de la residencia propiedad de la mina donde vivíamos los familiares de los trabajadores.
En aquellos tiempos no sé qué clase de policía existiría porque al llegar y ver que eran dos extranjeros y ninguno se aclaraba decidieron irse y dejar el asunto en manos de los implicados.
Mi padre armándose de valor cogió su bicicleta y cojeando emprendió el camino hacia una fuente cercana para echarse un poco de agua en la herida de la cara y liarse el pañuelo en la rodilla, mientras el yugoslavo seguía mirando su Mercedes y le gritaba a mi padre haciendo gestos con las manos de que debía pagarle el desperfecto del coche. Mientras mi padre se lavaba en la fuente, el yugoslavo cogió la bicicleta la metió en su coche y desapareció.
Mi padre se echó agua en las rodillas ya que le escocían muchísimo, cuando tuvo el pantalón arremangado, pensó en la menuda costra que le saldría, lo que ni padre en aquel momento no sabía los días de dolor y de cama que le esperaban sin poder moverse, como él decía, parecen que me han dado una paliza.
A los pocos días apareció por la residencia el yugoslavo con un intérprete queriendo hacer un trato o pacto, que si quería la bicicleta debería de pagarle la luna de su coche, mi padre le respondió que si quería que le pagase la luna que le devolviese la bicicleta nueva.
Moraleja, según mi padre “para tirar yo la bicicleta que la tire él”.
PD. Mi padre cuando se refería al yugoslavo siempre decía el “guyolavo”.

sábado, 2 de septiembre de 2017

El concurso


En aquellos años de mi infancia, cuando solamente la radio era el aparato más avanzado del mercado, solía tener un lugar destacado o el más destacado de la casa.
Eran los tiempos en que las familias se reunía en torno al aparato de radio e invitaban a los vecinos que aún no las poseían para oír y escuchar las novelas, el parte y aquellos discos dedicados, que se solicitaban por carta para dedicarlos en los cumpleaños, en las comuniones, bodas, en tiempos de exámenes, en las marchas al servicio militar, en un enfado entre parejas, y otros motivos más, entre los discos más solicitados estaban los de Juanito Valderrama.
La radio era el principal medio de comunicación y recuerdo que por el año 68 o 69 en Radio Jaén hubo un concurso de redacciones escolares para niños de doce o trece años y el tema era libre, la mayoría de los colegios participaron, cogiendo el concurso un auge muy importante ya que a diario el señor locutor, Don Indalecio Morales, leía varias cartas las cuales iban pasando para el concurso final, las que no se leían las iban descartando y cayendo en el pozo del olvido, normas del concurso.
El colegio Nacional Ruiz Giménez, decidió participar con los niños del curso 7ºA que es donde yo me encontraba en el año 69, recuerdo que nuestro profesor eligió un tema para la redacción y las mejores las mandarían a la radio.
El tema como digo lo eligió profesor lo cual ya dejaba de ser libre como anunciaba la radio, el profesor eligió un tema sencillo, pidió que le escribiésemos una carta a Juanito Valderrama, maestro del cante flamenco e ídolo de aquellos años en los que triunfaba con su canción “El Emigrante” y “La Primera Comunión”.
Para tal evento nos dieron toda la tarde de un determinado día, que ya no recuerdo.
Tuve la suerte de que mi redacción fuese elegida junto a otras para mandarlas al concurso radiofónico, recuerdo que también eligieron la de un primo mío que cursaba en la misma clase. Llegando el día señalado, Don Indalecio Morales leyó para desilusión nuestra la carta de un compañero llamado Antonio… que a los pocos días recibió del colegio un diploma como agradecimiento a su colaboración, y también pusieron su foto en el cuadro de honor.
Los días siguientes a la entrega del diploma nuestro compañero se hartó de restregarnos el diploma y su buen saber hacer, la guinda la puso otro compañero que descubrió la carta original en el cajón de la mesa del profesor.
Supongo que las cartas que le escribimos no valdrían la pena y el profesor retocaría la de Antonio, y ese sería supongo, el motivo de ser la mejor.
En casa de mi abuela recuerdo que le contamos el caso a un primo nuestro mucho mayor que nosotros y tuvo la brillante idea de escribirle una carta al famoso Antonio.
Cuando se terminó de escribir la carta se le puso un sello y se la mandemos por correo.
Os cuento parte del contenido de aquella carta que comenzaba con un: “Estimado Antoñito soy Juan Valderrama y me complace felicitarte por tu estupenda carta y los halagos recibidos por parte tuya”, unos renglones más abajo dejemos caer “la bomba” con una repercusión que se nos fue de las manos, en aquellos renglones el presunto Juan Valderrama le prometía que dentro de unas semanas vendría a Jaén a visitar a su familia que vivía en la Magdalena y se pasaría por el colegio para hacerle una visita, conocerlo y entregarle un regalo.
Antonio se paseó con la célebre carta por todo el colegio, restregándonosla por nuestras narices y guardándola como oro en paño.
La dichosa carta cayó en manos del profesor que la estuvo leyendo y releyendo y viendo la magnitud del evento decidió bajas con la carta a dirección, a los pocos días llegaron unos pintores para pintas la clase, la única en todo el colegio, también se pintó el despacho del director y en la entrada al colegio pusieron varias macetas, muchas casualidades no creéis.
Bueno ahora os digo que hoy se está levantando la verdad de por qué Juan Valderrama nunca fue a Ruiz Giménez a visitar el colegio y a su alumno Antonio. Algo parecido a la película
BIENVENIDO, MISTER MARSHALL.
P.D. Antonio si conservas la carta ya la puedes tirar, es falsa.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Una joya en la Iglesia de mi barrio.



El cristo del Corpus obra de Jacobo Florentino, realizada en madera de nogal policromada y estofada, dorada en algunas zonas al agua y en otras al aceite, y con aplicación de elementos de plata y brocados en las vestiduras.
JACOBO FLORENTINO
(Florencia, Italia, hacia 1456-villena, alicante, 1526). Pintor, escultor y arquitecto. Jacobo Torni se da a conocer en Andalucía bajo el nombre de Jacobo Florentino, que ofrece una idea clara de ...su procedencia, en nuestro barrio podemos disfrutar de un grupo escultórico que es lo único que queda de un retablo encargado por la ya extinta cofradía del Corpus Christi (de ahí su nombre), radicada en la Iglesia de Santa María Magdalena de la capital jiennense en el siglo XV,
En Italia es condiscípulo y amigo de Miguel Ángel y debe colaborar con él en la elaboración de la Capilla Sixtina, de ahí que cuando Carlos V lo reclame para trabajar en Granada "principal punto de atracción del momento, ya que la ciudad se prepara para acoger la coronación imperial", el artista ya cuenta con una fama de excelente fresquista. Destinado para trabajar en la Capilla Real, al quedar los planes decorativos de ésta en suspenso, Jacobo Florentino sólo puede participar en dos obras: el retablo de Santa Cruz (1521), junto a Machuca, y el Camino de Emaús y La Cena , donde deja buena muestra de su monumentalidad miguelangelesca. Pese a que no tiene formación arquitectónica previa, demuestra su ductilidad al emprender obras constructivas de gran valor, la más importante de las cuales es el inicio de la iglesia de San Jerónimo, monumental fábrica que luego sería continuada por Diego de Siloé. El arte en el que más destaca, sin embargo, es la escultura, con piezas monumentales como el delicioso grupo de la Anunciación , situado sobre la puerta de la Sacristía de la Capilla Real granadina.
El Cristo del Corpus, en la escena, que en otro tiempo estuvo enmarcada por un paisaje en bajorrelieve realizado en yeso policromado que mostraba la ciudad de Jerusalén, hoy desaparecido, se representa a Jesús muerto en la Cruz, única figura del grupo escultórico en bulto redondo. Supone el eje de simetría perfecto entre los dos abigarrados grupos de figuras -éstas en altorrelieve- que, más abajo y a cada lado de la cruz, se disponen de forma muy equilibrada, a pesar de haber siete imágenes en el lado izquierdo frente a sólo cinco en el derecho.