Ecos del Santo Reino se crea con la única intención de darme a conocer, solo pretendo poner una pincelada más al patrimonio literario de mi querida tierra Jienense.
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lunes, 30 de octubre de 2017

La noche de todos Los Santos

  1. Recuerdo, que la mayoría de las veces acompañaba a mi abuela al cementerio de San Eufrasio, donde hoy está ella junto a mi abuelo Paco, me gustaba ir con ella de la mano, con el cubo y los trapos para limpiar la lápida de mi abuelo que estaba y sigue estando en la quinta plata del patio de San Juan, recuerdo que cierta vez que fuimos, nos pilló un chaparrón en el cementerio y nos refugiemos en la vivienda de la cuidadora, que era amiga de mi abuela, y entre charla y charla se... contó una historia de miedo, aquella historia había despertado en mí un cierto respeto a los espejos, y durante mucho tiempo los evitaba, temiendo que el Príncipe de las Tinieblas, empujado por mi vanidad, se dignara a hacerme una visita valiéndose del mismo medio, contaba aquella mujer de los peligros que encierran los espejos. En ella narraba como una niña, demasiado presumida, se pasaba las horas frente al espejo, pavoneándose y admirando su belleza como si de el mismo Narciso se tratase. Tanta era su obsesión por su belleza que finalmente se le apareció Satán reflejado en la luna del espejo. La pasión de la niña lo había atraído desde los infiernos para que le vendiese el alma, a cambio de la juventud y hermosura eterna.
    En estas fechas dignas de mención son la ambientación y las actividades propias de los días de Los Santos y Difuntos que se realizan ahora, y otras tradicionales que caracterizaron estos días en nuestro entorno, pues los fríos otoñales traen aparejados los rituales relacionados con los muertos y el más allá. Todo empieza a finales de octubre con la limpieza y arreglo de las tumbas en el cementerio. Al llegar el día primero de noviembre es de rigor acudir al camposanto a visitar las citadas tumbas. En el camino del cementerio se instalaban puestos de flores, y la gente iba y venía a lo largo de toda la jornada. Cuando anochecía, reunión familiar para tomar las típicas gachas, mientras las campanas de las iglesias doblaban con toques de difunto durante toda la noche.
    En aquellos años donde se juntaban, abuelos, tíos y primos al llegar la oscuridad nocturna, era costumbre revivir los recuerdos de fantasmas, duendes y aparecidos eran contados junto al brasero, iluminados sólo con la temblorosa luz de las mariposas, candiles y velas que ardían en memoria de los seres queridos que ya no estaban en este mundo.
    Entre estos relatos, siempre citaba mi abuela las visiones de antiguos fantasmas del castillo, apariciones y cuentos de viejos, todo un repertorio que gustaba, emocionaba y nos asustaba a los niños, sensibles criaturas que pasábamos varios días afectados por los cuentos de miedo, oscuros temores disipados poco a poco conforme pasaba el tiempo y se acercaba el alegre tiempo de la Navidad, que por cierto ya está a la vuelta de la esquina.

1 comentario:

  1. Que suerte que tuvista una abuela que te contara historias aunque fueran de miedo. Yo no conocí a ninguno de mis abuelos y siempre he echado en falta esa presencia.Saludos

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