Ecos del Santo Reino se crea con la única intención de darme a conocer, solo pretendo poner una pincelada más al patrimonio literario de mi querida tierra Jienense.
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domingo, 2 de mayo de 2021

LA VIDA, TAL CUAL.



Ramón se encontró como cada mañana con Luis.
Luis es amigo de Ramón desde la infancia, ellos vivían en el mismo barrio en la misma casa de vecinos, fueron a la misma escuela y por casualidad de las casualidades se casaron con dos hermanas, Ramón y Luis son cuñados, casi hermanos ya que sus madres eran primas.
-Que pasa Ramón- le pregunto Luis con rostro de preocupación.
-Nada nuevo, nada nuevo, le contentó secándose una lágrima Ramón.
-Te apetece que demos una vuelta hasta la Alameda y echemos un chatillo mientras me cuentas, le dijo Luis intentando levantarle el ánimo, ya que Ramón cada día estaba más apagado y deprimido.
Los dos muy despacito tomaron rumbo a la Alameda. Para ninguno de los dos existían ya las prisas, Luis estaba viudo y según él, ya no tenía que rendir cuentas a nadie, Ramon estaba más solo que la una, ya que sus hijos estaban casados y su mujer enferma en una residencia y algunos días comía con Luis y otros ni comía.
Apretándose las manos, Luis le pregunto, - bajaste ayer a ver a Isabel.
-Si que bajé, Luis, ayer hacía cincuenta años que nos casamos y bajé con mi hijo Pedro mi nuera y los niños, le llevé un ramo de rosas que ni siquiera las miró.
- Y ¿qué tal la encontraste?
-Pues, ya sabes, Isabel cada día está peor, está postrada en cama consumiéndose poco a poco y apenas reconoce a nadie, disparata constantemente. Fíjate, ayer delante de los niños ella se empeñó con que su hermano estaba allí, y mirando al vacío y con la vista desencajada, diciéndonos: “¡Ahí! ¿no lo ven? ¡ahí esta Manolo! ¡hermano, qué alegría verte!”, luego sonreía tiernamente mirando a uno de nuestros nietos creyendo ver a nuestros hijos, al más pequeño, muerto de pulmonía cuando apenas tenía dos o tres años.
Menuda situación la que pasamos delante de los niños, y mira que a ellos le hemos explicado lo de la abuela, ellos buenos entendedores la besan, en voz baja y suave le hablan, “abuela, abuelita, pero ella con su erre que erre, empeñada en que nuestra nuera era Laura, y quería que se fuese, hacía nada más que insultarla y reprocharle que no quería verla, que aquello que hizo de quitarle el novio no se hacía entre hermanas. Luego se empeñó en que nuestro hijo Pedro, era Rodolfo y no hacía nada más que preguntarle ¿con quién te casaste? Rodolfo, y ya ves mi hijo pequeño, Laura, Rodolfo su hermano todos hace mucho tiempo que murieron.
Conversando y caminando y llegaron a la tasca, se apoyaron sobre la barra y pidieron dos vinos, Ramon prosiguió contando:
-No es justo Luis, no es justo, me estoy volviendo loco y mi mujer se muere en una residencia sin saber quién somos, y lo peor es que tampoco sabe ella quién es. Tengo una impotencia y un dolor de ver a Isabel como se consume poco a poco.
Luis acabo la conversación con otra pregunta:
- ¿Y el medico que te ha dicho?
—Esta vez no me ha dicho nada.
Luis de un trago acabo el vino, miró a Ramon con cierta pena y le dijo, echamos otro chato.

1 comentario:

  1. Una historia muy triste y que se repite en demasiadas familias.Saludos

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