
En unas de aquellas charlas
que mantuve con Pablo me estuvo contando que para entretener a los ancianos
había estado en la residencia unos cuenta cuentos que hicieron una pequeña obra
de teatro y Pablo aquel día estava muy contento y feliz, según él, le había
encantado la historia de “Juan el zapatero”.
Pablo cogió a mi hija de la
mano y nos dijo:
-Venid que os la voy a contar
y veréis como os vais a divertir y reír.
Pablo comenzó su relato diciendo que uno de aquellos señores se vistió de fraile, otro de zapatero remendón, y el tercero de notario y había un cuarto personaje llamado Mariano que se pasó todo el tiempo muerto en una camilla que pusieron en el escenario.
Prosiguió diciendo que
aquellos señores le dieron una pequeña charla para poder situarlos en un
pequeño pueblo de Jaén donde vivía un terrateniente muy, muy rico, el hombre
según contaban no tenía descendencia su mujer hacía años que había muerto y se
desconocía si tenía familia el caso que unos frailes de un convento muy cercano
a su casa se hicieron cargo del rico anciano.
Pablo contaba que el personaje
que hacía de fraile le venía como anillo al dedo ya que tenía un buche bien
repleto y unos carrillos que sin estos pintados relucían con un lustroso
brillo.
Con un temple espectacular
narraba aquello como si fuese algo verídico, aunque podría tener algo de
verdad. Contaba que el Fraile le insistía con muy buenas palabritas al señor
Mariano una y otra vez en que le dejara, a ellos todas sus riquezas y
propiedades, pero el señor Mariano no cedía o no se fiaba de la constante
petición de los frailes.
Muy a pesar de los frailes
aquel hombre enfermo agravo hasta el punto de que un día amaneció muerto sin
hacer testamento, y mucho peor sin dejarle nada a ellos que se sentían
ofendidos por el tiempo que estuvieron cuidándolo. entonces los frailes
empiezan a pensar y darle vueltas a la cabeza de como podían hacerse con aquel
capital tan codiciado por ellos. Muy cerca de aquel convento vivía un zapatero
llamado Juan el que tenía un parecido tremendo al señor Mariano el pobre
difunto, por lo que los frailes encontraron la solución, y fueron a hablar con
el señor Juan el zapatero y le plantearon con buenas palabritas el chantaje que
pensaban hacer y darle a él un dinerillo a cambio de hacerse pasar por un
momento por el señor Mariano, y redactar ante notario el testamento, dejando
todo a nombre de ellos.
El zapatero aceptó a la
primera y se pusieron manos a la obra. Los frailes llevaron al zapatero a la
casa del sr Mariano, lo metieron en su cama y llamaron al sr notario para hacer
el testamento. Al zapatero le insistieron que fingiéndose estar enfermo grave,
algo que el zapatero hizo a las mil maravillas delante de aquel notario que se
tragó el buen papel que hizo Juan el zapatero y empezó a interrogar: Sr
Mariano, a quien le adjudica la finca, El madroño, el enfermo responde, se la
dejo al señor Juan el zapatero porque es muy pobre, y el notario continúa, para
quien es la propiedad llamada el pino, esa también para el señor Juan,
respondió el paciente.
Pablo nos contaba que el
fraile se estaba poniendo a punto de reventar, pero había todavía una tercera
finca, se trataba de una hermosa viña de cuatro hectáreas muy productiva, y
cuando el notario preguntó el enfermo respondió que se la regalaba a los
frailes. Esto ya le calmó los nervios a los frailes, porque al fin ya contaban
con algo, pero se la regalaba con la condición que la tienen que cavar y podar
en Enero, y las uvas que dé serán para el señor Juan el zapatero, en este
momento los frailes cogieron puerta diciendo, No queremos viña ni queremos, Ná.
Siempre trabaja en su daño, el astuto engañador aun engaño hay otro engaño, y a
un pícaro otro mayor.
Pase a dejarte un saludo. Llega el frio con nuevas esperanzas. Se nos acerca el fin de año. Vamos contando.
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