Ecos del Santo Reino se crea con la única intención de darme a conocer, solo pretendo poner una pincelada más al patrimonio literario de mi querida tierra Jienense.
Las imágenes que uso en este blog son tomadas de Google, en caso de que alguien se sienta invadido por favor hágamelo saber que serán retiradas de inmediato.




domingo, 25 de abril de 2021

La mili de un Jienense en los Pirineos



Sobre el mes de febrero del 1978 el destacamento de esquiadores de alta montaña nos enfrentábamos a unas nuevas maniobras militares, está vez por las laderas y montes cercanos a Canfranc.
Unos dias antes de las maniobras preparando la mochila me prestaron un libro que trataba sobre el pastoreo en los pirineos y precisamente la mayoría de las fotos eran de Canfranc, los compañeros de camareta y yo alucinábamos mirando aquellas fotos tan hermosas de los pirineos, aquellos paisajes montañosos tan espectaculares, espolvoreados de ovejas, me fascinaba y tenía la sensación de que serían unas maniobras tipo turístico.
También pensaba que serian duras, muy duras ya que los mulos nos acompañarían con su pesado cargamento de artillería y yo estaría al frente de uno de esos mulos indomables, con mas mili que Cacorro, pero el visual tantísima belleza valía el sacrificio.
La verdad que estábamos casi todos muy ansiosos de ver aquellas zonas de cientos y cientos de kilómetros restringidas al público donde solo teníamos ascenso los militares.
No se si aquello estaba preparado o es que esas zonas son así, pero las montañas estaban cubiertas por una intensa niebla, que no me permitía ver gran cosa. Por cierto, en algunos momentos, yo no veía nada y me dejaba llevar por el mulo, gran conocedor de la zona. Yo sabía que estábamos rodeada de ovejas sólo por el sonido de los cencerros que llevan colgados del cuello, porque ver, nadie veía nada de nada.
Y fue en medio de esa fuerte niebla, en una ladera llena de piedras sueltas, donde los cuatro que componíamos el grupo primero que encabezaba aquellas maniobras, vimos y escuchemos una silueta pidiendo auxilio, cada paso que dábamos resbalábamos, aunque resurte imposible los mulos no cesaban de caminar por aquel paraje que se había convertido en un infierno para la mayoría de nosotros, y para colmo aquellos gritos de auxilio con voz aterrorizada.
Juan Capablo, era un voluntario de Huesca y era conocedor de todas las historias y leyendas de su ciudad y alrededores nos dijo que deberíamos de acudir a los gritos de auxilio que según contaba una leyenda que hace varios siglos, en una fría y desapacible noche de invierno como era aquella, llegó hasta Canfranc una peregrina judía. Como era costumbre para los caminantes que transitaban el camino hacia Santiago de Compostela, la peregrina solicitó cobijo en aquella horrible noche. Pidió alojamiento entre los hogares de la villa, y lo pidió también a las puertas de la iglesia, sabedora de que el cura estaba dentro oyéndola.
Pero, inexplicablemente, nadie la socorrió. No se sabe si fue por algún tipo de superstición, o por ser judía, ¡¡¡o quién sabe el por qué…pero en mala hora…!!!
La peregrina siguió su camino, no sin antes echar una maldición sobre el pueblo al llegar al punto más alto del puente donde termina la población:
“¡CANFRANC, YO TE MALDIGO!
Decidimos dos de los soldados acudir a los gritos de auxilio para romper el maleficio de aquella zona, pero comprobemos que el peregrino era un soldado de la avanzadilla que se vio sorprendido por una violenta ventisca en la cima de aquel monte y que estaba perdido y aterrado entre la niebla, la historia acabó dándonos un abrazo con aquel soldado que habíamos confundido con el peregrino de una leyenda como hay tantas en esos parajes de los pirineos Oscenses.

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